El Encanto Atemporal de la Caja Sellada
En el mundo de los altavoces, pocos diseños han resistido el paso del tiempo con tanta gracia como el recinto sellado. También conocido como “suspensión acústica”, este sencillo cajón hermético existe desde hace décadas. A pesar del auge de sistemas más complejos como los bass-reflex, band-pass o las líneas de transmisión, las cajas selladas siguen siendo favoritas entre los puristas. ¿La razón? Representan un sacrificio que muchos audiófilos aceptan con gusto: calidad antes que cantidad de graves.
Una caja sellada es una cámara cerrada donde el woofer trabaja contra el cojín de aire atrapado en su interior. Ese aire se convierte en parte del sistema de suspensión, añadiendo rigidez y control al movimiento del cono. El resultado es un sonido ajustado, controlado y fiel a la grabación, con una coloración mínima del propio recinto.
Pero esta elegancia trae consecuencias. La eficiencia disminuye, el tamaño del recinto no siempre es predecible, y los parámetros del altavoz deben adaptarse al tipo de caja.
