¿Por qué un altavoz necesita una caja?

Un altavoz por sí solo cuenta solo la mitad de la historia. Si colocas un woofer desnudo sobre la mesa y reproduces música, notarás que en lugar de graves profundos y controlados, obtienes un sonido delgado y débil. La razón es sencilla: el cono radia sonido tanto por delante como por detrás. Las ondas traseras están en contrafase con las delanteras y se cancelan, especialmente en bajas frecuencias. El resultado es la pérdida de graves y un control pobre.
La caja soluciona este problema al separar la radiación frontal de la trasera. Pero no se limita a bloquear la cancelación: se convierte en parte del sistema acústico, moldeando la respuesta en frecuencia, la eficiencia y el carácter del sonido. La caja puede hacer que un altavoz suene preciso y ajustado, profundo y poderoso, suave o agresivo. Es una de las herramientas más influyentes en el diseño de audio.
Por eso las cajas importan. Y a lo largo de las décadas se han desarrollado varias familias principales, cada una con su filosofía y personalidad sonora. Vamos a recorrerlas, conociendo ventajas, desventajas y en qué situaciones brilla cada diseño.